Los dos recientes sismos en México, el paso del Huracán María por Puerto Rico, los disparos en Las Vegas y la permanente situación de riesgo que se vive en Reynosa, Tamaulipas, no deberían ser vistos nada más como noticias.
En los cinco casos, aun cuando el origen de los eventos es diferente, en todos se hace imperioso abrirle paso a la reacción masiva inmediata en primer término; y durante y posteriormente a dichos eventos, a la solidaridad humana entre los ciudadanos, sin descontar que siempre contará el TiRSE ("Tiempo de Respuesta Socialmente Eficaz").
Quedó demostrado en todos estos trágicos casos, que los segundos cuentan tanto en los protocolos de aviso previo y previsión de desastres, como en las políticas públicas de información preventiva oportuna, recuento de daños, rescate y alivio social.
A raíz de lo anterior, me vino a la memoria que en el Colegio Militar Justo Sierra de Monterrey donde realicé mis estudios de preparatoria, uno de los Sargentos de Infantería de la SeDeNa que nos instruía, nunca pudo ganarse la simpatía de la totalidad de los alumnos, porque cada vez que daba la voz de ¡ya! después de la voz preventiva de un "flanco derecho" o una "media vuelta", invariablemente sacaba de la formación a quien no ejecutaba la orden al mismo tiempo que los demás.
Había que reconocer que tenía vista de halcón y se daba cuenta de quién, en cualquier parte de la formación, se quedaba atrás al momento de escuchar la voz de "¡ya!".
La consecuencia era dual; en primer lugar, se nos extendía media hora la sesión de instrucción a todos y en segundo lugar, el que cometía la falta era objeto de un "arresto" que consistía en quedarse de pie con un rifle al hombro hasta las doce de la noche, junto al asta bandera ubicada en el centro de una gran explanada.
Severo o no, aquel castigo por no actuar con precisión ante una orden, podría ser exagerado dependiendo de la edad del lector; porque visto está que con el tiempo se ha convertido tan blandengue la instrucción y la obediencia en las escuelas, que lamentablemente para el futuro, los alumnos de hoy son irreprensibles. De lo anterior, tendrán que dar cuenta algún día los responsables de empoderar más de la cuenta a los Derechos Humanos. Porque todo en exceso, hace daño.
Aquí el tema, es que la parte gubernamental en su intento por mantener una errónea imagen paternalista, tácitamente cierra los espacios a la sociedad, impidiendo que trabaje por sí misma en la verdadera esencia preventiva de la Protección Civil.
A cambio, las unidades administrativas de Protección Civil federales, estatales y municipales, no solamente han dejado de ser permanentes actores preventivos, sino que se han convertido en mecanismos sociales con bajo presupuesto e ineficientes en su respuesta ante daños, materiales o pérdida de vidas.
Los avisos preventivos, sea cual sea la naturaleza de los eventos, preferentemente deben provenir de la parte gubernamental, pero la reacción a cada situación de riesgo anunciada oportunamente, tiene que ser concreta, precisa, inmediata, eficaz y eminentemente ciudadana.
Mientras no trabajemos juntos en un modelo de comunicación social que alimente las bases para que todos reaccionemos apropiadamente, la incertidumbre seguirá siendo la causante del desquiciamiento social.
Cuando en 1985 surgió el heroico grupo de rescate conocido como "Los Topos" en la CDMX, no fue iniciativa gubernamental; éstos valerosos hombres, fueron reunidos y presentados en la Secretaría de Gobernación por la amable gestión de una señora de nombre Juanita Polina, que lideraba padres, niños y jóvenes pertenecientes a una comunidad Scout.
Ella y los pioneros de aquel movimiento ciudadano que movía a llanto por su manera de arriesgar la vida entre escombros y peligrosas fugas de gas, son merecedores de un monumento a la solidaridad vecinal.
De hecho, todos ellos con más de mil personas recibieron mediante un Certamen en el que la misma sociedad civil propuso a los recipiendarios de los galardones, Medallas al Mérito, a la Solidaridad Nacional, a la Solidaridad Internacional, a la Solidaridad Vecinal y al Valor Heroico.
Preseas que les fueron entregadas en ceremonia solemne en el Campo Marte por el Presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado, quien a partir de la visible necesidad de prevenir consecuencias tan desastrosas como aquella, ordenó a Manuel Barttlet, a la sazón Secretario de Gobernación, hacerse responsable de coordinar la creación de un mecanismo que se hiciera responsable de organizar a gobierno y sociedad en casos iguales o similares como el de aquel horrible sismo.
Aquella orden presidencial hizo que el Coronel Jorge Carrillo Oléa y un equipo de trabajo multidisciplinario en el que participaron funcionarios civiles, militares, académicos y sociedad civil, trabajaran exhaustivamente.
Semanas después, en diciembre del mismo 1985, vio la luz la primera Comisión Nacional de Protección Civil e inmediatamente, se instalaron en todos los estados de la república los respectivos Comités Estatales, siendo Sonora el primer estado que lo instaló, presidiendo la ceremonia el Secretario General de Gobierno Manlio Fabio Beltrones Rivera. Antes del fin de año de 1985, todos los estados ya contaban con aquel instrumento previsor.
Transcurrieron los años y lamentablemente ante la ausencia de un seguimiento formativo con metodología que afianzara las responsabilidades gubernamentales y ciudadanas para hacer frente a las contingencias, hoy flota en el aire la idea equivocada de que la Protección Civil es responsabilidad exclusiva de los gobiernos.
Hasta la fecha, algunos prominentes empresarios de la construcción, de los servicios hospitalarios, de la comercialización de alimentos, de la ropa, del calzado, de las telecomunicaciones, de los servicios aéreos, de la industria farmacéutica y del transporte terrestre, desconocen que por definición estructural de los comités, se encuentran directamente involucrados en la Protección Civil.
Probablemente a eso se deba que descansando en el confort que ofrece la responsabilidad coordinadora que recae en los planes militares de emergencia, una gran mayoría de ciudadanos especialistas en disciplinas estratégicas, así como organismos civiles, empresas nacionales y locales, no acudan a los llamados que hacen las autoridades cuando un evento predecible se aproxima y demanda la instalación permanente de los comités de Protección Civil.
Pero eso no es lo grave, lo vergonzante es que algunos gobernantes ni siquiera los convocan al momento de instalar los trabajos ante un evento próximo, porque desconocen que la Protección Civil es un mecanismo que desde los inicios de su existencia, incluye la participación de la ciudadanía.
En huracanes, inundaciones, sequías, epidemias, descarrilamiento de trenes, eventos masivos e inclusive en situaciones de quebrantamiento de la paz y la armonía social a causa de la ausencia de capacidad de las autoridades para imponer control en materia de seguridad pública, es necesaria la Protección Civil.
En todos estos casos, el TiRSE (Tiempo de Respuesta Socialmente Eficaz) puede salvar vidas o aminorar las consecuencias desastrosas.
La Protección Civil, en la vida fronteriza de hoy, es la puerta inteligente que sociedad y gobierno tenemos más a la mano para lograr una disminución de daños de todo tipo.
Necesitamos organizarnos para construir nuestra propia voz preventiva y saber "qué hacer" en cada caso.
Tenemos que ponernos de acuerdo para que toda la población sepa "que hacer" cuando la voz de la precaria realidad que vivimos nos diga... !ya!.
Y no es con insultos a la autoridad como se puede resolver esto.
Como en todo, solamente la inteligencia colectiva de las sociedades, es la que les permite o no, construir para sí mismas una organización social convenientemente preventiva, donde las familias puedan vivir seguras, a pesar de un entorno complicado.
La evolución humana, así lo demuestra.
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