Una vez más, el día de hoy se lleva a cabo una subasta de excelentes propiedades en el Condado de Hidalgo, Texas, en la que participan empresarios mexicanos que invierten inteligentemente.
Aún con la disparidad cambiaria que afecta la región fronteriza de Tamaulipas con Texas, los mexicanos siguen siendo un vector de potencia financiera para el Valle de Texas, debido a la certeza que ofrece la inversión inmobiliaria causada desde el inicio de la crisis económica que afecta a los Estado Unidos desde 2008.
Los recientes juicios y valoraciones emitidos a larga distancia por analistas mexicanos que nunca han visitado ni conocen la idiosincrasia de ésta región, son solamente inserciones periodísticas que buscan llamar la atención de los interesados en conocer a fondo el fenómeno Trump.
La verdad es que estamos ante un oportunismo mediático irresponsable que sustentado en la libertad de expresión, termina desinformando y llenando de pánico a los bienintencionados lectores.
Ahora es común, léase bien, ahora, encontrar ciudadanos norteamericanos de origen mexicano comprando la despensa en los centros comerciales de las ciudades fronterizas mexicanas.
Escuchar entre los pasillos de los supermercados el típico lenguaje caracterizado por la mezcla de palabras dichas en castellano con palabras del idioma inglés, es lo más común.
Así es la frontera, periódicamente a raíz de la paridad, sin querer, se ayudan los dos lados. Sin que medien directrices políticas o sesudos análisis financieros. Es una ancestral asunto de supervivencia regional.
Por eso está tan olvidada la legislación focalizada hacia las fronteras. Porque son pocos los legisladores que han vivido o entienden la vida fronteriza. Lo triste es que en San Lázaro hay quienes pretenden inclusive opinar en contra de sus pares que sí captan el ahogo fronterizo, abonando con ello a que prevalezca la ignorante incomprensión central.
Pero mientras tanto, entendible o no, cientos de inversionistas mexicanos siguen adquiriendo propiedades en la zona sur de Texas y hoy, es uno de esos días.
Moisés Abel García Flores.