Si hubiera necesidad de calificar ésta postura de la IP mexicana, podríamos utilizar la palabra "TARDÍA".
La complacencia bisexenal de algunos poderosos empresarios, obedeció a la conveniencia que les mostraba el hecho de que el gobierno federal soslayara las condiciones preocupantes, mientras los precios de los insumos, bienes y servicios se mantenían en un atractivo ascenso anárquico, ante la mirada impotente de una sociedad que se encontraba sumergida en una circunstancia de miedo urbano y rural, producto de una guerra que nadie pidió y que lamentablemente costó vidas inocentes.
Sin perder el enfoque económico, podríamos decir que ahora, con la lumbre en los aparejos, ya en el final del sexenio, los empresarios salen a la palestra, a reclamarle al Presidente Calderón lo que debieron haber defendido desde inicios del 2000, cuando el "cambio" personificado en Vicente Fox, en su festejo esquizofrénico, se dedicó al festín institucional, en lugar de haber puesto orden en las instancias gubernamentales que hoy sin duda, son las responsables de que los indicadores micro y macro económicos, pongan a temblar no solamente a los empresarios mexicanos, sino a toda una sociedad considerablemente más pobre que cuando la derecha llegó al poder federal al inicio del siglo.
Manifestar preocupación tardía reclama revisión del pasado reciente, para encontrar la causa del silencio que hasta hoy se rompe.
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