De la manera más inesperada, el frío en el noreste del país, nos demuestra claramente que las actividades denominadas con mucho acierto "Home Office", han venido a suplir no solamente la condición de precaución que las sociedades tuvieron que auto aplicarse con motivo de la pandemia COVID-19, sino que bajo una óptica de evolución empresarial, educacional y social, el quedarse a trabajar desde casa no afecta negativamente ni el curso ni los resultados productivos, como antes solía decirse.
Acostumbrados a la inercia cotidiana matutina de desplazarse a un centro de operaciones formal, donde desde un escritorio se estaba tradicionalmente comprometido a desarrollar un trabajo, los nacidos a mitad del siglo pasado han tenido que hacer un poco más de esfuerzo para entrar en el nuevo confort que ofrecen las telecomunicaciones y los dispositivos electrónicos en los que hoy, se puede perfectamente descansar la confianza para desahogar exactamente, el mismo trabajo.
Lo anterior, propicia la creación de un novedoso punto de equilibrio que fluye de dos indicadores que aplican para la tercera edad, toda vez que plantean para quienes aún se encuentran en el campo de la productividad: Uno, el ascenso de la curva de la creatividad, la reflexión, la aplicación de la experiencia y la observación; y Dos, el descenso natural de la capacidad de movilidad.
Es decir, que quienes por razones de las circunstancias propias de la edad avanzada carecen de una facilidad otrora indispensable para acudir a un centro de trabajo, hoy pueden perfectamente incorporarse e inclusive competir, con el gran número de personas jóvenes que, debido a las comodidades que ofrecen las telecomunicaciones, hoy también realizan sus tareas ejecutivas desde el hogar, sea o no sea el COVID-19, la causa.
Ahora bien, si analizamos a fondo este nuevo fenómeno, podremos encontrar una fortaleza incalculable de la que las empresas podrían perfectamente echar mano de inmediato, ya que la sumatoria de experiencia e innovación que fluyen respectivamente de las mentes de avanzada edad y de las de los jóvenes, construyen de facto por una vía tan sólida como rápida, la posibilidad de dimensionar exponencialmente sus capacidades productivas y competitivas.
De focalizarse diligentemente esta posibilidad global, poco a poco iremos siendo testigos de una nueva conformación de equipos de trabajo organizados vía telecomunicaciones, que irán presentando nuevas fórmulas de competitividad que aplicadas inclusive en los distintos órdenes de gobierno, podrían resolver con mayores índices de acierto, las problemáticas que antes, a causa de la dificultad para fusionar ambas clases de criterios, resultaban muy complejos hasta el grado de llamarlos imposibles de solucionar.
Por lo tanto, una de las recomendaciones que haría a quienes se encuentran en posiciones de decidir acerca de la posibilidad de impulsar este género de equipos de trabajo en disciplinas específicas, como las administrativas, las de planeación estratégica, legales, financieras e inclusive, como ya mencioné, gubernamentales, es que en el 2022 inicien proyectos piloto que al madurar, se vayan incorporando a sus agendas formales de mediano y largo plazo.
Hacerlo, no tengo la menor duda, será un gran logro innovador, generacional.
Moisés Abel García Flores
Director General