miércoles, 17 de enero de 2018

LOS DISCURSOS DE 2018 Y EL FUTURO DE MÉXICO...

Inició 2018 y las expectativas económicas, en estricto sentido publicitario-electoral, podríamos asegurar que son exitosas, tomando en consideración que la inminente derrama financiera que se avecina, dejará maravillosas ganancias a los medios.

Basta saber que las maquinarias electorales de los miles de candidatos que buscan ocupar presidencias municipales, curules locales y federales, escaños senatoriales, gubernaturas y la misma Presidencia de la República, tendrán que pagar por publicar sus estrategias mediáticas.

Nada de obscuro hay, desde luego, en que una actividad tan importante para la evolución de la humanidad como la comunicación, se vea socorrida en sus finanzas en ocasión de las elecciones en México. Lástima que la divisa de mayor trascendencia mediática sea, al menos hasta el momento, la destrucción de la imagen de los adversarios.

Y si quisiéramos calcular el volumen de los daños morales que se han hecho y de los que se avecinan, tendremos que multiplicar el número de espacios que se van a poner en juego, por el número de partidos políticos y sumarles las candidaturas independientes.

Hasta el momento, en 360 grados no veo en ningún discurso, una bandera positiva, constructiva o edificante, atada al mástil de la navegación discursiva de alguno de los precandidatos. No se percibe la tendencia de un proyecto de gobierno que defina ser de derecha o de izquierda.

Y eso es lo menos grave. Lo verdaderamente triste y decepcionante es que no haya un solo discurso que no contenga como eje, la arenga irónica, sarcástica y destructiva.

En el marco del voluminoso proceso democrático del que estamos echando mano en 2018 para tratar de equipar a nuestra nación con hombres y mujeres que trabajen eficazmente en los tres órdenes de gobierno, valdría la pena que los candidatos revisen su decir, como un gesto de ética política y de respeto a los votantes.

En sus meditaciones previas a la estructuración de sus discursos, los buscadores de la simpatía ciudadana deberían autoimponerse, por respeto a sí mismos, una mordaza que quite de su boca la ofensa y la diatriba.

Partan, señores candidatos y equipos de diseño discursivo, de que los insultos y la utilización del lenguaje para herir, lastimar y promover el odio, es un abuso verbal con el que ofenden a la pureza de la buena voluntad ciudadana que los escucha.

Consideren que, las frases de sus discursos contestatarios, envalentonados y pendencieros, por más hilarantes que puedan ser, no solamente pervierten la libertad de expresión, sino que hacen eco en redes, en cortes informativos y en spots de radio o televisión, en detrimento de una niñez y una juventud que al escucharlos, sufren grave daño en su formación cívica e intelectual.

En ese sentido, en el de dignificar el discurso, entiendo que las cosas no estarán tan fáciles para ustedes, candidatos, debido a que sus respectivas “burbujas”, al parecer trabajan solamente en la búsqueda de la piedra filosofal del odio y la destrucción para forrar con su esencia todas las posibles fórmulas propagandísticas que destruyan a sus adversarios.

Pero sepan y tomen conciencia de esto: Para el futuro de nuestro país, más preocupante que la incomprensible combinación ideológica que surge de la cohabitación de partidos políticos nacidos de corrientes de pensamiento diametralmente opuestas, es que las crónicas de sus discursos llenos de odio, entren a toda hora, de manera legal y pagada, a todos los hogares mexicanos.

Será acaso que la democracia, así como la estamos ejerciendo, está permitiendo que la difusión de sus discursos de odio dañe, de manera irreversible, la formación intelectual de todos los niños y jóvenes de México?

jueves, 11 de enero de 2018

“NO VISITAR” TAMAULIPAS…

En Reynosa, nada hay más distante de la tranquilidad que ver que somos una ciudad fronteriza mexicana y tamaulipeca, carente de un glosario de términos que nos permita a todos entender por igual el mensaje codificado que Estados Unidos quiso enviar a México cuando calificó numéricamente a nuestra nación entera y particularmente para Tamaulipas recomendó: "NO VISITAR".

Igualmente preocupante es que en el centro de las estrategias de seguridad más recientes, haya estado ausente de ser considerado como vector sustantivo, un programa de formación artística y cultural dirigido a los Niños y Jóvenes que deberían ser, en todo caso, el objetivo prioritario de un movimiento territorial fronterizo de prevención delincuencial.

Hoy, que el gobierno de los Estados Unidos anuncia que Tamaulipas es un estado de la República Mexicana al que recomienda “NO VISITAR”, estamos en un inmejorable momento para reunir esfuerzos públicos y privados para poner en operación un programa de formación artística gratuita que al mismo tiempo que ablande las conciencias infantiles y juveniles endurecidas por los escenarios criminales, también produzca futuros ciudadanos apacibles, con niveles intelectuales elevados y con aptitudes artísticas desarrolladas inclusive a nivel profesional.

Es momento de hacer un breve paréntesis en nuestras actividades y dedicar unos minutos de reflexión a la acumulación de impotencia defensiva, a los temores urbanos y a las frustraciones sociales en que estamos sumergidos.

Al mismo tiempo, es necesario que veamos en el horizonte la luz que ofrecen todas las disciplinas artísticas e impulsemos en escuelas públicas y privadas un programa de formación artística gratuita y obligatoria.

Solamente en tres años, de 2013 a 2016, la cantidad de niños y jóvenes beneficiarios de la enseñanza artística creció de cuatrocientos treinta y nueve a más de 4 mil y eso demuestra que sí se pueden dirigir las inquietudes de estos dos sectores poblacionales por la ruta del desarrollo de sus propias vocaciones.

Si sigue latente en nuestros proyectos de vida el tener una mejor calidad de entorno social, debemos llamar a nuestros legisladores y pedirles que legislen en favor de la cultura y las artes para que sean impartidas gratuita y obligatoriamente.

Obviamente este proceso, será muy bien visto por los padres de familia de los niños y jóvenes beneficiarios.

Hago un llamado a los legisladores tamaulipecos y a todos los reynosenses, para que se sustraigan unos minutos del ruido electoral que nos envuelve, y estén conscientes de que existen más allá de las aberrantes pugnas verbales en que han caído los aspirantes al poder, criterios sociológicos que deben ser tomados en cuenta para desarrollar programas de formación artística gratuita que trasciendan y continúen una labor que con el paso de los años, construirá seguramente  una mejor calidad interior en los ciudadanos de Tamaulipas.

Hacerlo, me refiero a legislar para implantar programas de formación artística gratuita y obligatoria en todo el estado, no solamente construirá una sociedad de mucho mejor calidad que la que tenemos ahora, sino que nos ayudará a que paulatinamente Estados Unidos deje de flagelarnos con sus calificaciones de “NO VISITAR”.

Y cuando los niños y jóvenes de hoy se conviertan en ciudadanos mayores de edad; cuando los efectos de haberlos formado artísticamente se reflejen en una vida fronteriza apacible y sana, los Estados Unidos ya no nos verán como amenaza.

Actualmente, el privilegio del conocimiento del arte es limitado porque no existe una legislación que considere prioritaria, gratuita y obligatoria la formación artística para todos los niños y jóvenes.

En consecuencia las ciudades fronterizas de Tamaulipas (y las no fronterizas también) presentan polígonos de ignorancia e indiferencia social producto de la falta de un instrumento formador de mejores personas.

Lo anterior, favorece lamentablemente a la proclividad de conductas indeseables.

Aunado a ello, necesitamos recapacitar en algo que nos ha hundido en la pérdida del respeto a las normas más elementales de conducta ciudadana correcta.

Me refiero a la erosión de los valores morales, solapada en algunos casos por la manipulación tendenciosa de quienes han hecho de los derechos humanos una herramienta corporativa y en ocasiones política, de la que sacan provecho personal.

Pues ahí, interviene la formación artística gratuita y obligatoria, debido a que representaría un freno a la indiferencia social y a la proliferación de conductas ilícitas de niños y adolescentes. Esto, porque las artes, en su proceso de aprendizaje requieren disciplina.

Entonces, además de indignarnos por ser calificados como zona peligrosa, debemos contestar en voz alta diciendo que tenemos una solución en cartera.

Tenemos que dar una respuesta ciudadana colectiva como reacción pertinente a la severa calificación que nos acaban de endilgar y no pensar en ningún momento en inconformarnos, porque bien merecida que tenemos esa calificación.

La mejor respuesta no es poniéndonos al tú por tú con el vecino, sino demostrarle con inteligencia, que hemos decidido actuar en consecuencia y dignificar de inmediato a nuestros niños y jóvenes, aplicando la mejor medida preventiva que tenemos a la mano: un programa de cultura y artes impartidas obligatoria y gratuitamente a todos.

Y aunque los calificadores norteamericanos piensen que la violencia en que hemos vivido desde febrero de 2009 ha mermado la capacidad de Reynosa y del resto de Tamaulipas para obsequiarnos a nosotros mismo un progreso integral, demostremos que no estamos lejos de ponernos de acuerdo y complementar nuestro gran potencial económico con dosificaciones elevadas de arte y cultura.

Obviamente, la gente anhela en primera instancia la solución de las necesidades que se adquieren con dinero; pero eso no se contrapone con un proyecto fronterizo, estatal o local emergente de abatimiento al rezago intelectual, artístico y cultural que padecemos.

Independientemente de que en el terreno de la geopolítica existan intereses transnacionales a los que les convenga que la ignorancia y la insensibilidad social se arraigue en Reynosa y en todo Tamaulipas, es importante que para efectos de la calificación que nos han dado los vecinos del norte, nos sobrepongamos a esa realidad y ganemos terreno en la línea del tiempo, organizándonos para edificar a nuestros niños y jóvenes, de una mejor manera. Esa, es la inteligencia real con la que debe responder una sociedad como la nuestra para frenar a la delincuencia.


Tomemos conciencia de que la calificación “NO VISITAR” que le han dado los Estados Unidos a Reynosa, Tamaulipas, nos colocó ante una oportunidad histórica de plantarnos unidos ante una disyuntiva para decidir entre forjarnos de manera legislativa un futuro de orden, sensibilidad e intelectualidad mediante un programa de formación artística y cultural gratuito y obligatorio para niños y jóvenes, o bien, resignarnos a heredar a nuestros hijos y nietos un futuro de complaciente ignorancia conveniente para la continuidad del caos en el que estamos viviendo.