Por: Moy Garcia
Las condiciones en que la vida de México y los Estados Unidos, cada una por separado, han ido evolucionando, han sido a la vez, ancestrales propiciadoras de repercusiones socio-económicas ineludibles para sus respectivas zonas fronterizas.
Las condiciones en que la vida de México y los Estados Unidos, cada una por separado, han ido evolucionando, han sido a la vez, ancestrales propiciadoras de repercusiones socio-económicas ineludibles para sus respectivas zonas fronterizas.
Ello ha traído como consecuencia al inicio del siglo XXI, que en ambos lados se presenten características de maduración ciudadana que de manera evidente demuestran el surgimiento de una incipiente conciencia regional.
Es decir, en ambos lados de la frontera del Rio Bravo, los habitantes ya empiezan a entender que independientemente de las decisiones centrales de sus respectivos gobiernos, existe una necesidad biunívoca de aliarse inteligentemente.
Todo indica que han quedado atrás los días en que la frontera mexicana era vista únicamente como un espacio de tierra susceptible de recibir inversión extranjera. Hoy, son los mexicanos con poder económico para invertir, los que a raíz del complicado escenario económico de los Estados Unidos, le están inyectando vida y derrama económica a la región conocida como el Valle de Texas.
Es decir, la complicación financiera estadounidense que actualmente quita el sueño a los eruditos financieros, tiene en México una contraparte fortuita constituida por una masificación del miedo a consecuencia de decisiones del gobierno federal, que ha provocado un éxodo inusitado de inversionistas fronterizos mexicanos.
Lamentablemente tuvieron que ocurrir ambos descalabros, para que aflorara esta nueva armonización regional entre los habitantes del sur de Texas y los mexicanos fronterizos.
Esta coincidencia de fenómenos inéditos en ambos lados de la frontera, es la que nos animó a crear este modesto blog, cuya finalidad es coadyuvar al crecimiento sostenido de estos nuevos niveles de concientización y comprensión mutua que hoy cohesionan más que nunca la vida regional del sur y del norte del Rio Bravo.